La autoestima es el entendimiento valorativo de nuestro ser, es decir, el acto racional de valorar en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia el cuerpo y la mente que conforman nuestra personalidad.
La autoestima es un proceso interno que comienza con aceptarse uno mismo, con el perdón de nuestros errores y el convencimiento positivo de que cada día podemos ser mejores sin llevar a cuestas las culpas del pasado.
Es importantísimo tener autoestima. Todos la necesitamos porque esta nos ayuda a estar contentos, nos ayuda a mantener valores morales y a sentirnos satisfechos con nuestros pensamientos y nuestras acciones.
Tener una autoestima saludable es el primer paso para poder salir de algunas trampas impuestas por las emociones negativas, como es la de sentirnos víctimas; víctimas del tiempo, víctimas de otras personas, víctimas de todo. Si nos convencemos fatalmente que somos víctimas nos entregamos al absurdo inútil de sentir lástima por nosotros mismos, y con esta idea será imposible crecer una auto imagen positiva y poderosa, porque nos habremos rendido ante el soldado obscuro de la autoestima baja.
Para trabajar hacia una autoestima alta y fortalecida es imprescindible limpiarnos de ideas erróneas acerca de la vida, de creer que nadie nos quiere, que nadie nos ayuda, que alguien nos debe algo o que alguien nos está quitando algo. Por el contrario, debemos pensar que nosotros somos valientes y capaces para lograr cumplir aquello positivo que nos propongamos.
En este asunto de la autoestima, un factor determinante es la imagen de sí mismo. La imagen de sí mismo y la autoestima se relacionan porque si tenemos una imagen fuerte y saludable de nosotros mismos nuestra autoestima será así también: fuerte y saludable. Sin embargo, si la imagen que poseemos de nosotros es débil y borrosa, nuestra autoestima será débil y borrosa.
Fundamentalmente la imagen de uno mismo se forma a través de aquello que los demás nos dijeron sobre nosotros cuando fuimos pequeños, las conclusiones que sacamos a partir de como los otros nos calificaron. Cuando éramos pequeños nuestros padres o maestros afirmaron algo con respecto a nuestra imagen y de acuerdo a estos comentarios sacamos conclusiones a veces negativas. Toda esta información ha creado una confusión interna de quiénes somos y de cuáles son nuestras capacidades, por lo tanto crecemos con muchas contradicciones y terminamos desarrollando una autoestima baja . En forma contraria, si podemos clarificar estas confusiones y convencernos por nosotros mismos, no por lo que los otros nos digan, que somos dueños de valiosísimos talentos y virtudes, de una tremenda fuerza interior, entonces tendremos una autoestima alta.
La autoestima es un recurso integral y complejo del desarrollo personal. Las debilidades del autoestima afectan la salud, las relaciones y la productividad, mientras que su robustecimiento potencia a la persona a desarrollar una adecuada adaptabilidad social y productiva.
La autoestima nos proporciona valor para poder creer en nosotros y en lo que podemos lograr a través del tiempo. Nos permite respetarnos, incluso cuando cometemos errores. Y cuando uno se respeta, por lo general, los demás también aprenden a hacerlo.
La alta autoestima es el medio más efectivo para tomar buenas decisiones relacionadas con nuestra mente y cuerpo. Porque al saber que somos importantes es menos probable que nos dejemos arrastrar por malos consejos o malas compañías. Si poseemos una alta autoestima, sabremos entonces que somos lo suficientemente inteligentes como para tomar caminos acertados, valorando nuestra seguridad física y emocional.
Si la autoestima es saber que uno es valioso y eso te va a ser feliz, ¿¿¿qué estás esperando???. Abandona esa autoestima baja y empieza a desarrollar una autoestima alta. Nunca olvides que tú vales mucho, que tú mente y tu cuerpo son tus mayores tesoros.
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