La mitología Celta nos habla de la Diosa Cerridwen, quien coció en su caldero la pócima de la sabiduría durante un año y un día, curiosamente, el tiempo que debe servir uno como acólito antes de ser iniciado plenamente. Existen numerosas menciones al caldero de las brujas, y entre las más famosas podemos mencionar la escena de Macbeth, de Shakespeare, donde preparan una poción mientras McBeth decide su futuro de traidor. Otra leyenda del Mabinogion nos habla de un caldero que tenía la virtud de volver a la vida a los guerreros muertos en batalla.
El caldero del que hablamos aquí no tiene por qué ser uno enorme como acostumbramos ver en las películas, pero sí debe reunir tres condiciones: debe ser de hierro, redondo y tener tres patas. Todavía es posible encontrar pequeñas ollitas con éstas características, aunque ya no sean la norma hoy en día. Durante los rituales, dependiendo del tamaño, podemos elegir ponerlo sobre el altar, o sobre el piso, a nuestra izquierda.
Las utilidades que podemos darle varían. Como representante del Vientre Primordial, es obviamente femenino, perteneciente al elemento agua. Sin embargo, al ser de material sólido, y al estar firmemente aislado del piso por sus tres patas, podemos usarlo, por ejemplo, para todo ritual que precise una pequeña fogata, o la quema de elementos (papel, velas), con toda seguridad. En todos los casos en que precisemos simbolizar una transformación o renacimiento será muy útil. También, lleno de agua puede simbolizar al elemento, aunque generalmente se utilice el cáliz. Otro de sus usos rituales puede ser como lugar para descartar todo el material usado a lo largo del ritual, por ejemplo fósforos o cenizas, para no dejarlos sobre el altar.
Debemos recordar con todas las herramientas, pero más con ésta en particular debido a sus posibles usos, limpiarlo escrupulosamente luego de su uso ritual.
De ser necesario, puede reemplazarse con una pequeña vasija de metal si debemos quemar algo, o con el cáliz si lo necesitamos simplemente para contener agua.
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