El incensario es uno de los elementos fundamentales en el arreglo del altar para los rituales. Tanto sea que usemos varillas, conos o incienso en grano, debemos tener un recipiente que recoja las cenizas, y aísle el altar del calor del incienso quemándose.
Si deseamos usar varillas, lo mejor será tener un recipiente de boca ancha y poco profundo lleno de arena, donde clavaremos las varillas para que se consuman. Lo mismo si usamos conos. Si deseamos usar incienso en grano el recipiente debe ser resistente al calor extremo que van a liberar los carbones prendidos donde colocaremos el incienso. Éste último método es el más recomendable, ya que nos dá la libertad de hacer nuestras propias mezclas partiendo de algunos elementos básicos, y agregando hierbas o incluso flores si así lo queremos.
En todos los casos es preferible que el recipiente tenga algún tipo de asa, o cadenillas al estilo de los viejos incensarios de iglesia, para poder manipularlo sin quemarnos. Recordemos que en algunos casos deberemos caminar con él, por ejemplo si estamos haciendo una limpieza de la casa. Los materiales preferibles son barro, cerámica o bronce, siendo el primero el más frágil y el segundo el más caro.
El incienso, y los carbones consumiéndose lentamente, representan los elemento Fuego y Aire durante los rituales, ambos masculinos. En general el incensario se ubicará a la derecha del altar, exigiendo un cuidado particular de nuestra parte, similar al que debemos tener con las velas encendidas.
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