La elección del cáliz apropiado es una tarea bastante delicada. Podemos usar una copa de cristal, aunque lo tradicional es el metal: oro, bronce, plata o alpaca. Debemos tener mucho cuidado al elegir, prefiriendo los que estén revestidos internamente en vidrio, plata o acero inoxidable, ya que los metales como el cobre y el bronce despiden sustancias venenosas en contacto con el vino. Debemos tener en cuenta también el que sea de tamaño mediano, para facilitar su manipulación. No es necesario un cáliz ornamentado; es perfectamente válido que usemos, si así lo queremos, una de las copas de cristal de la abuela, si nos preocupamos de realizar la limpieza ritual para "descargarla" de las energías que pudiera tener.
Las casas especializadas en regalos para bodas suelen tener juegos de dos copas de metal perfectamente aptas para uso con bebidas alcohólicas (las que presentan riesgos al reaccionar con los metales), por lo que pueden ser un buen lugar para buscar nuestro cáliz. Tener uno extra tampoco vendrá mal si queremos realizar rituales en los que necesitemos tanto el agua como el vino (o símil), y no tengamos el caldero disponible o vayamos a darle otro uso. En lo personal, prefiero tener dos cálices: uno en bronce para las celebraciones solares y uno en plata para las lunares.
Los usos rituales del cáliz se centran principalmente en ser el contenedor del líquido elegido, ya sea agua para realizar la purificación del círculo, o la bebida elegida para el festín sencillo o la libación ritual. Usualmente su uso será el primero, y si bien podemos reemplazarlo por cualquier copa, debido a lo sencillo de conseguir uno, considero que es mejor realizar la elección de una vez y utilizar el mismo en forma regular, no ocasional.
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